El espacio
rural en México, un territorio que debemos cuidar y aprovechar de manera
sustentable.
Parte fundamental para desarrollar las actividades de
un turismo rural sustentable es el espacio rural; la Organización
Mundial de Turismo define al turismo rural como, “las actividades turísticas
que se realizan en el espacio rural y que tienen como fin interactuar con la
vida rural, conocer las tradiciones y la forma de vivir de la gente y los
atractivos de la zona”.
A
través de esta reflexión, haremos un breve recorrido para analizar el concepto de
“lo rural” sin mayor pretensión que exponer una particular visión con respeto a
un enfoque multidisciplinario con el que debería tratarse.
En primera instancia, hablar de espacio rural es
asociarlo al campo, y visto así, es necesario revisar parte del proceso que en
estos espacios se ha vivido. Uno de los que sin duda marcó, aunque no fue privativo
a la dinámica del campo, el efecto sistémico de los cambios en el orden
político y económico que se produjeron a nivel mundial entre los ´80 y toda la
década de 1990, entre ellos se puede nombrar el desmembramiento de la U.R.S.S.
el inicio de la expansión y dominio del sistema capitalista y el surgimiento de
un nuevo escenario macroeconómico debido al auge del comercio internacional
(Bonfanti: 2013).
Además de los efectos macroeconómicos, otros
acontecimientos que impactaron en alguna medida al campo mexicano, sobre todo a
una gran mayoría de campesinos y pequeños productores por estar en una débil
postura frente a un mercado global: El ingreso de México en 1986 al Acuerdo
General de Comercio y Aranceles (GATT) y en 1994 al Tratado del Libre Comercio
de América del Norte.
Sin duda, son antecedentes importantes a lo que actualmente
se dibuja en el medio rural mexicano, siendo la pobreza uno de los principales
problemas. La cuarta parte de pobreza de la totalidad que vive el país se ubica
en el territorio rural, pero en pobreza extrema suman las dos terceras partes; esta circunstancia se torna paradójica al
contenerse en ellos una gran parte de la riqueza en patrimonio natural y cultural
que tiene el país.
La política para el desarrollo rural en México a través
de sus distintos programas, dedica un recurso importante a este sector, sin
embargo, los índices de pobreza extrema persisten. Llama la atención que el
turismo rural no figura como una política clara y precisa dentro de esta
política; por otra parte, en la Secretaría de Turismo tampoco figura el
concepto como tal. Por tanto, se puede entender que hay un vacío en materia de
desarrollo rural sustentable en la línea del turismo rural.
Según el
estudio de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) a través de Adrián Rodríguez y Javier Meneses
generado en 2010 y titulado “Condiciones Socioeconómicas y Laborales en los
Hogares Rurales en 12 países de América Latina”, muestra los cambios que ha
sufrido la ruralidad latinoamericana durante las últimas dos décadas. Indica el
documento que tres fueron las transformaciones más significativas en el mercado
de trabajo rural durante la década anterior: la reducción en el peso del empleo
agrícola, el incremento en el empleo de las mujeres en actividades no agrícolas
y el incremento del empleo asalariado. La proporción económicamente activa
(PEA) rural empleada en la agricultura en México era del 37,2%. En este mismo
caso, la participación de las mujeres en el mercado de trabajo rural fue del
79,7%.
Entre los principales
hallazgos de la investigación, aparece que los 12 países objeto de estudio enfrentan
retos de política de diferente naturaleza;
Aquellos con economías rurales tradicionales como sería el caso México, encaran
el doble reto de reducir la pobreza y de diversificar la economía rural. Señala
además que para las economías predominantemente agrícolas modernas la prioridad
parecería ser el diversificar la base económica de economía rural, por ejemplo,
fortaleciendo cadenas agroalimentarias y apoyando el desarrollo de actividades
no agrícolas vinculadas a la agricultura, tal como el turismo rural.
Antes de
concluir, es importante destacar que la definición de “rural”, por lo general
se acota exclusivamente al tamaño de la población y sigue siendo un marco de
referencia fundamental para la elaboración de la política pública en México
(González y Larralde: 2013). En este sentido, el Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (INEGI) define como rural las localidades de 2 500 y menos
habitantes. No obstante, como los mismos
autores señalan, desde la década de 1990 a la fecha esta posición se ha
cuestionado por ser una visión en extremo simplista.
Según
estudios de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y
la Alimentación) en México, prácticamente toda la producción de alimentos se
origina en el sector rural (incluyendo la pesca), de manera que la oferta
sectorial es fundamental en la seguridad alimentaria.
Además
de la importancia del sector rural para asegurar la producción de alimentos, del
suelo rural se pueden obtener energías alternativas como los biocombustibles
que ayudan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y lo no menos
importante, es sostén de una megabiodiversidad y múltiples culturas en el caso
de México.
Para reflexionar: ¿Qué acciones se deben tomar
para mejorar las condiciones del espacio rural en México?, ¿Sería el turismo
rural sustentable una buena opción que contribuya en: la conservación de los
suelos, ecosistemas y medioambiente; la producción de alimentos bajo nuevos
esquemas productivos que no amenacen el equilibrio ecológico, contando de este
modo con una potente diferenciación en los productos turístico; el impulso a las producciones artesanales; la
dignificación del trabajo de la mujer; el fortalecimiento económico; el
fortalecimiento de la identidad colectiva; impulso a una gastronomía local
sustentable?
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